Los Silbatos de la Muerte: el sonido del viento.



La cultura azteca, civilización guerrera que extendió sus dominios peleando y sometiendo a los pueblos lindantes, desarrolló un método poco convencional para vencer al enemigo, algo que podríamos calificar casi como un arma psicológica. Para los guerreros aztecas, la primera impresión lo era todo y el simple hecho de observar aquel ejército ya infundía terror en sus enemigos. 

El Ehecachichtli, también conocido como "silbato de la muerte" era, quizá, su ataque más letal y uno de los dispositivos de guerra más temibles que utilizaron los Aztecas y que tenía la única intención de afectar la mente de sus enemigos, provocando en aquellos que lo escuchaban un terror sin precedentes.


El extraordinario sonador o resonador mexicano, no se trata precisamente de un silbato convencional de barro. Funcionalmente, es un generador de caos y ruido con aeroducto tubular cuyo principio acústico es único en el mundo

Proviene del Mazatepetl (en Náhuatl es "Cerro del Venado"). Utilizados desde el Preclásico hasta el Posclásico –400 a. C a 1300 d.C-, en diversos momentos de la vida cotidiana de las culturas prehispánicas; los sonadores o silbatos que tienen un rostro de calavera o de tecolote, se han vinculado a ceremonias mortuorias practicadas por los mexicas y mayas, aunque poco se ha estudiado hasta el momento.

Este tipo de generador de ruido singular se ha asociado a la muerte y a los rituales del inframundo porque normalmente tiene un rostro de calavera como decoración que cubre el frente de su cámara de caos y ruido. También se ha llamado silbato de aire, aerófono de doble diafragma, flauta de muelle de aire, etcétera. 

Lamentablemente sus usos originales se perdieron y se olvidaron como resultado de la invasión, las matanzas y las masacres de hace cinco siglos, así como por las colonizaciones y otras influencias culturales posteriores. Hoy en día, se piensa que los sacerdotes empleaban estos silbatos durante los rituales para simular el soplido furioso del dios del viento que exigía el sacrificio.

Este tipo de generador de ruido es el que hacen algunos artesanos y músicos que también los tocan, pero no se ha examinado a fondo uno antiguo, ni se conocen todas sus características organológicas, morfológicas y sobre todo, constructivas y acústicas. En estos silbatos antiguos, lo más importante y extraordinario es su mecanismo sonoro interior y el tipo de ruido que generan, mismos que no son sencillos de describir bien con palabras. 

Estos generadores de ruido antiguos son muy singulares y exclusivos del México Antiguo, ya que no se han encontrado en zonas de otras culturas antiguas. 

Una idea de la amplitud del campo de la música del México Antiguo se puede obtener al considerar las leyes de Nezahualcóyotl que incluían cuatro códigos y consejos: guerra, justicia, finanzas y música. Los tres primeros eran para mantener, ampliar y administrar el reino. Los de la música eran muy especiales y cubrían todo su conocimiento (de ciencias y artes) que utilizaban en las prácticas rituales o ceremoniales relacionadas con sus cosmopercepciones y mitologías, incluyendo todo tipo de aplicaciones sonoras asociadas y que instrumentaron integralmente en las ceremonias como canto, danza, dramas, teatro, poesía, etc., de las grandes y pequeñas comunidades y los sitios rituales de todas las longitudes, latitudes y altitudes del México Antiguo. 

¿Cómo funciona el Ehecachichtli?

No importa si tienen forma de cabeza de búho, calavera, hombre o de monstruo, todos los silbatos de la muerte comparten una forma de paralelepípedo, con una ranura en uno de los cantos y perforaciones en ambas caras que forman algo conocido como “cámara de caos”, una especie de amplificador que brindaba máxima potencia al sonido.

Los “silbatos bucales” –término acuñado originalmente por José Luis Franco– tienen la forma de un paralelepípedo o placa rectangular con una ranura en uno de los cantos, y cuentan con dos perforaciones en ambas caras, muy próximas al borde, y alineadas sobre el mismo eje. 

Los ejemplares más antiguos que se conocen son del Preclásico Temprano y fueron encontrados en San Lorenzo Tenochtitlan (Velázquez Cabrera, 2009). Su morfología no sufrió mayores cambios a lo largo de los siglos; por el contrario, sirvió de modelo para la creación de instrumentos muy complejos desde el punto de vista acústico durante los periodos Clásico y Posclásico.
 Radiografía del generador de ruido encontrado en Paso Aguascalientes

El sistema de estos silbatos es un generador de turbulencia y ruido muy eficiente que se produce en la cámara de caos y entre los dos hoyos sonoros con los o bordes circulares, mediante una dinámica muy compleja de presiones, choques, difracciones y reflexiones de ondas que se incrementan por las presiones opuestas de la cámara de “fuelle de aire”, misma que opera como un resonador de Helmholtz, tal como fue postulado por Franco (1971).

El mecanismo sonoro de los también llamados aerófonos de muelle, se estimula con aire inyectado por el orificio de un conducto que pasa a la cámara de caos, mismo que se puede modificar con el movimiento de la lengua, lo que a su vez altera la altura de su sonido o frecuencia; de ahí pasa a una cámara semicircular sin salida, lo que hace que el soplo regrese y choque con el que entra, generando una dinámica explosión compleja, dinámica y turbulenta, que produce el singular ruido.

Ehécatl, el viento y la muerte. 

Estos sonadores de viento se asocian con Ehécatl (ecatl significa viento, en Náhuatl) y pueden producir sonidos como los del viento y la morfología y simbología relacionadas con él. Su corazón sonoro tiene la estructura interna típica del pico rojo de ave de las máscaras de las representaciones escultóricas y gráficas antiguas del dios. 



Las representaciones de Ehécatl tienen un significado mitológico rico, complejo, aún oculto, con dualidades y relaciones cercanas o fusiones con otras deidades como Mictlantecuhtli y Quetzalcóatl. 


A Ehécatl se le atribuye el haber participado en la creación de muchas cosas importantes en el mundo mítico mexicano como los trece cielos, el sol, la tierra, el inframundo y sus dioses, la cuenta del tiempo, la primera pareja humana, el maguey y el pulque y hasta la música, ya que él trajo a un flautista de la casa del sol. 
 Silbato de la muerte de Ixcateopan de Cuauhtémoc, Guerrero. Foto por: Jorge Cervantes Martínez.

Los vientos eran muy importantes para los pueblos del pasado remoto. Los antepasados tenían fe de que los vientos son dioses dignos de veneración y creían que en todas partes de la tierra habitan como en lomas, montes, valles y quebradas, según Hernando Ruíz de Alarcón. 
“Algunos los desprecian porque los consideran juguetes, ya que así se usaban en las culturas medievales de Europa. La realidad indica que los silbatos mesoamericanos son más complejos de lo que se piensa; existían en una gran diversidad y tenían muchos otros usos”.   -Ing. Roberto Velázquez Cabrera


El Entierro 7


Sobre la relación de Ehécatl con la muerte y con los silbatos con rostros de la muerte, también se encontró una evidencia arqueológica muy importante y significativa. En una publicación de Salvador Guilliem Arroyo (arqueólogo que tiene a su cargo el sitio de Tlatelolco), se informa que en el Entierro 7 encontrado en el Recinto Ceremonial del Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl del sitio de Tlatelolco se encontró un esqueleto de un adulto de 20 años de edad con dos silbatos con rostro de la muerte y otros objetos que se relacionan con la muerte.

La mano derecha del cuerpo se colocó sobre el pecho sosteniendo un silbato con el rostro de la muerte grabado, casi idéntico a otro que descansaba sobre el vientre del sujeto, en tanto su brazo izquierdo estaba extendido descansando su mano sobre la pelvis. Los objetos registrados durante su excavación fueron una navajilla y una lasca de obsidiana, huesos de animal, carbón y tiestos de comal, apaztle, cajete, vasija, molde salinero, sahumador, brasero trípode y grava de tezontle utilizada en la formación de los adobes que lograron mantener los cuerpos de estos personajes en posiciones tan complejas." 

Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl. Foto: Héctor Montaño, INAH.

En difícil interpretar con exactitud el posible uso de los silbatos encontrados en el Entierro 7, porque es muy complejo, considerando que no se incluyen comentarios sobre el tema sonoro en la publicación de su exploración. 

Además, el Entierro 7 también se relaciona con los objetos encontrados y los eventos de otros entierros como el 203. Sin embargo, es claro que los objetos filosos de obsidiana también se asocian con la muerte, porque se podían usar para matar o sacrificar animales y personas. Es posible que la navajilla de obsidiana encontrada se haya usado para descuartizar o desmembrar el cuerpo del sacrificado en el Entierro 7. También se sabe que algunos objetos encontrados como el sahumador y brasero se usaban en rituales antiguos. 

Lo singular del Entierro 7 es que se hayan depositado dos silbatos con rostro de la muerte, lo que indica se pudieron usar ritualmente en el sacrificio. El haber encontrado los dos silbatos de la muerte completos, entre los restos de las manos del hombre de 20 años sacrificado que fue encontrado frente al templo de Ehécatl de Tlatelolco, indica que pudieron usarse en el ceremonial e sacrificio deicado a Ehécatl y Mictlantecutli, viento y muerte respectivamente, y/o querían que se siguieran usando en el viaje obligado al otro mundo, lo que es muy probable, ya que los silbatos rescatados no fueron “matados” (rotos) al depositarlos.
 
 Esqueleto con dos silbatos de la muerte. Foto de Salvador Gϋilliem Arrollo

Este descubrimiento es muy relevante para la arqueología sonora y las ceremonias del México Antiguo, ya que no se conoce otra ofrenda o entierro similar que muestre la relación directa de un silbato de la muerte con Ehécatl, con Mictlantecutli, con un sacrificio y con su posible ritual. 

Aunque se han encontrado en otras zonas y culturas varios templos, objetos, restos óseos de sacrificados y representaciones relacionados con Ehécatl, no se conoce otra en que se incluya el descubrimiento en un proyecto arqueológico de otros generadores de ruido con aeroducto tubular. 

A pesar de estar incompleto, el fragmento encontrado en el Mazatépetl, permitió ahondar sobre la forma en que fue construido, porque su mecanismo sonoro está intacto. Además, todavía genera los sonidos de su función sustantiva, como en el pasado, lo que facilitó su examen formal.

Hay publicaciones sobre la muerte mexicana, pero no se había relacionado con silbatos de la muerte en el contexto arqueológico de un ritual de sacrificios humanos. El primer investigador que empezó a estudiar con seriedad los instrumentos de ruido fue José Luis Franco, pero no se publicaron los resultados de sus trabajos que realizó en el tema por cerca de diez años. 

Silbato de la muerte de Tlatelolco
En 1962, se publicó en el periódico Excélsior una entrevista con varios dibujos de ellos, entre los que se incluyó un silbato de fuelle de aire con rostro de la muerte de la cultura azteca. Franco es el primer investigador que reconoció el fuelle de aire, como uno de los elementos sonoros básico de este sistema extraordinario, posiblemente por su formación de ingeniero. 

El mencionó que estos instrumentos se usaron mucho desde el preclásico hasta el posclásico, casi todos fueron decorados con un rostro de calavera. 
“A menudo, los estudios de las culturas antiguas observan el pasado en silencio, como si nuestros antepasados y nosotros mismos fuéramos sordos, pero no es posible imaginar ninguna de sus actividades importantes en silencio, ya que siempre utilizaban sus sonidos”.  -Ing. Roberto Velázquez Cabrera

Instrumento chichtli y sus voces chich

Como ya no se sabe la designación original de los generadores de ruido antiguos, ya se comentó que el autor les asignó el nombre de Ehecachichtli en honor a Ehécatl. Es interesante señalar que chichtli, en Nahuatl, es un instrumento que podía producir el sonido de las voces chich y se usaba en los banquetes de los mercaderes en que mataban esclavos, según Sahagún. 

Parece que el silbato de la muerte podría haberse utilizado en los sacrificios de esclavos, porque chichtli (en náhuatl) era un instrumento que podía producir un sonido chich y se usaba en los banquetes de los comerciantes aztecas donde se mataba a los esclavos: según el Codex Florentino, chich era la señal para arrancar el cabello de la mitad de la cabeza del esclavo. 

Después de comparar los espectrogramas del sonido chich hecho por una voz humana con el del modelo del silbido de la muerte, y teniendo en cuenta la conexión con Ehécatl, el dios del viento, el silbato de la muerte podría llamarse acertadamente Ehecachichtli en honor a la deidad.

Si se usa un modelo de generador de ruido bucal, las similitudes son mayores, porque tiene mayor versatilidad en la producción de sonidos diversos y especiales, incluyendo los de otras voces (como lamentos y aullidos de humanos y animales), de fenómenos de la naturaleza y algunos son tan especiales que no se asemejan a los conocidos en el mundo de los vivos. 


El experimento refuerza la hipótesis de uso del silbato de la muerte en sacrificios de Tlatelolco. En honor a Ehécatl y a Mictantecuhtli, el silbato de la muerte se podria llamar Ehecatl chichtli o Mictlantecuhtli chichtli. 

El estudio ontológico de la arqueología sonora mexicana con métodos avanzados de análisis de datos, como los estadísticos y de inteligencia artificial, sólo serán posibles hasta que se analicen a fondo todos los miles de bienes sonoros y los fragmentos relevantes rescatados, para determinar los principales atributos arqueológicos, organológicos y acústicos, como elementos fundamentales de su estructura. 

Cuando esa tarea se llegue a realizar, se abrirá una área importante y fundamental para explorar y poder dar a conocer el singular y milenario espacio sonoro del México Antiguo en forma sistemática y correlacionada. Eso no es fácil, por la falta de políticas y programas nacionales en este campo de investigación y la ausencia de personal, instalaciones y equipos especializados institucionales disponibles para estos estudios en el país. 
“Los artefactos sonoros eran considerados sagrados, fueron muy usados y apreciados en todos los niveles de las sociedades antiguas, para actividades religiosas, militares y civiles”. -Ing. Roberto Velázquez Cabrera
En general, se puede proponer que los generadores de ruido antiguo pudieron tener funciones onomatopéyicas, ya que pueden simular muy bien sonidos biológicos (como de algunos animales) y de fenómenos de la naturaleza (como el viento), así como de otros seres importantes asociados a ceremonias de la mitología antigua (como los de Ehécatl y Mictlantecuhtli).

CONFERENCIA: "Un estudio de arqueología sonora, silbato de la muerte", del Ing. Velázquez Cabrera

Durante esta ponencia, el ingeniero detalló que el caso del Entierro 7, al ser analizado ha permitido conocer a detalle aspectos sobre la morfología, construcción y sonidos emitidos por los antiguos generadores de ruido hechos con barro.
Posible representación de Ehecátl, dios del viento.

Los silbatos tienen una alta potencia percibida y un gran alcance sonoro (de 300 a 500 metros), debido a la altura de sus sonidos, ya que la mayoría generan señales con frecuencias fundamentales dentro del rango de máxima sensibilidad humana y de varios animales como los pájaros.
“Por ello, estos instrumentos son excelentes para aplicaciones de comunicaciones en clave o señales que pudieron haber sido usados en las actividades militares, incluso como armas”, consideró el ingeniero, al referir que además los silbatos pueden generar efectos especiales en el cerebro.
Indicó que con base en estudios físico-auditivos, se ha determinado que estos instrumentos prehispánicos estimulan la corteza cerebral
“Por ejemplo, un silbato grande puede generar sonidos dañinos o batimentos infrasónicos que pueden tener efectos negativos en la salud, o, en el caso contrario pueden contribuir a la salud física y mental de las personas que los perciben”, según dijo el ingeniero.
Esta afirmación también la encontramos en otro artículo de nombre ¿UN AEROFONO MÁGICO DEL INFRAMUNDO OLMECA? del Ing. Roberto Velázquez Cabrera:
Es relativamente sencillo realizar experimentos con grupos de esos silbatos, ya que sólo se requiere elaborar modelos similares, pero esos trabajos se tienen que hacer con rigor y cuidado, ya que el ruido y los infrasonidos también pueden ser peligrosos para el ser humano. Además, el ruido es indeseable en muchos casos, como sucede en la música, las comunicaciones, reconocimiento de señales y los sistemas de audio. Pero la limitante mas importante en la literatura disponible públicamente es que la investigación de los infrasonidos y sus efectos en los humanos es secreta y restringida, debido a que con base en esa tecnología se pueden hacer verdaderos silbatos de la muerte (Vassilatos). Existen poderosas armas secretas que utilizan infrasonidos mortales, denominados como ruido negro, que ni siquiera se pueden oír cuando se generan y aplican en los seres humanos y se requieren de "robots" manejados a control remoto, si se desea evitar la muerte de sus operadores.
Basta escucharlo una vez para imaginar lo que podían haber sentido quienes se enfrentaran a los aztecas en el campo de batalla, al escuchar decenas o tal vez cientos de estos instrumentos sonar al mismo tiempo, produciendo un sonido desgarrador que sin duda, trastornaba sus mentes y posiblemente debilitaba sus espíritus.


Aún quedan por hacer muchas más investigaciones sobre los efectos de sus sonidos. Por ejemplo, sabemos que cuando dos o más silbidos antiguos similares o sus modelos se tocan al mismo tiempo, se pueden producir efectos especiales, debido a las vibraciones generadas o sonidos "fantasmas". Si los latidos son "infrasónicos" (demasiado bajos para que los detecte el oído humano) pueden alterar los estados de conciencia. 

Varios silbatos de muerte tocados al mismo tiempo pueden generar vibraciones muy complejas, porque sus señales ruidosas se producen en cierto rango de frecuencias y los efectos en los humanos son significativos debido a la intensidad y rango de sus frecuencias principales, pero sus efectos sobre la salud aún no se ha analizado formalmente. 

Ya se ha utilizado un modelo dual experimental del silbato de muerte con las caras de Ehécatl y Mictlantecutli para comprobar la posibilidad de que los dos silbatos encontrados en Tlatelolco se toquen al mismo tiempo. Los sonidos generados son similares a los de una tormenta. Las frecuencias producidas son más complejas y de mayor intensidad que las de los modelos de silbato único.
“Si se tocan dos silbatos de la muerte simultáneamente, se producen batimentos infrasónicos complejos que generan estados de alterados de conciencia; sicodélicos y alucinógenos” -Ing. Velázquez Cabrera
Aseveró que el estudio sobre el funcionamiento de los artefactos sonoros prehispánicos, no debe abordarse desde el punto de vista de la música occidental, ya que estos objetos además de ser manufacturados en piedra y barro, también fueron hechos de materiales perecederos como cáscaras duras de frutos o semillas, hueso, carrizo y caracoles marinos, es decir, carecen de melodías y ritmos.

Algunos aparecen representados en la iconografía, como en los murales de Bonampak, donde sobresalen dos trompetas que por la forma en que son sostenidas por los ejecutantes, se cree que fueron hechos de bule o guaje.

Trompetas Mayas ó Hom-Tahs de Bonampak, Muro Norte, Cuarto 1 de Bonampak, Chiapas, México.

El investigador añadió que entre la diversidad de sonadores que se han encontrado destacan los que presentan decoraciones con forma de animales, que simulan sus sonidos. Las civilizaciones mesoamericanas tenían un contacto cercano con la naturaleza y lo representaban en sus diversas manifestaciones culturales.

Fue José Luis Franco quien publicó los primeros dibujos (1971) del silbato de la muerte y su familia de “aerófonos con resortes de aire” mexicanos. Un dibujo de Franco muestra un silbato de muerte con la cara decorativa de una calavera, que apunta a su propósito original como silbato de muerte. Otro dibujo de Franco muestra la estructura interna de un silbato de muerte con la cara decorativa de un búho. En las culturas mexicanas, el búho está asociado con la llegada de la muerte. Los principales elementos técnicos del silbato de muerte se muestran en la sección transversal del modelo ilustrativo.

Finalmente, si los silbatos estaban asociados con el viento, sus sonidos también pudieron servir para simular al viento, porque un viento fuerte no puede ser convocado simplemente cuando la ocasión lo requiera, como en un ritual o ceremonia.
Ehecatl y Mictlantecutli son muy importantes en la mitología e iconografía mexicana, como se muestra en la representación dual del Códice Borgia.
Ehécatl y Mictlantecuhtli, el ciclo de la vida y la muerte entre los nahuas y los mixtecos del posclásico. Códice Borgia.

La única referencia al posible uso antiguo de este tipo de silbatos proviene del siguiente texto: 
"La fiesta más destacada en relación con Tezcatlipoca fue el Toxcatl, celebrado en el quinto mes. El día de este festival fue asesinado un joven que durante todo un año antes había sido cuidadosamente instruido en el papel de víctima... Asumió el nombre, atuendo y atributos del mismo Tezcatlipoca... [como] el representante terrenal de la deidad... Llevaba también el silbato simbólico de la deidad [como el Señor del Viento Nocturno], e hizo con él un ruido como el que hace el extraño viento de la noche cuando corre por las calles." (Lewis Spence, Mitos de México y Perú, Londres, 1913, págs. 69-70).
Tezcatlipoca: El Espejo Humeante
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La dinámica del sistema de sonido de los generadores de ruido mexicanos es muy compleja. No se ha podido simular con modelos matemáticos computarizados. Se probaron varios procedimientos efectivos para la construcción del silbato de la muerte y se produjeron muchos modelos experimentales para probar hipótesis y para ser usados ​​en conferencias y demostraciones, porque claramente los resonadores antiguos originales no pueden usarse para esos propósitos. Por ejemplo, un modelo experimental hecho sin la trayectoria del viento tubular no cambia los sonidos producidos. Los modelos con trayectoria de viento se pueden utilizar para liberar la mano para otros fines, ya que se pueden sujetar firmemente entre los dientes y los labios.

Aunque la "música" antigua se ha perdido, los sonidos de los silbatos de la muerte se pueden utilizar para crear nuevas composiciones. Por ejemplo, Enrico Chapela usó varios de mis modelos de "silbato de calavera" para crear una composición Trio Cadensa (Poesía cifrada), inspirada en el poema "El cuervo" de Edgar Alan Poe, pero hubo que inventar instrucciones especiales para el artista, porque la notación musical normal no puede hacer frente a los complejos sonidos de estos silbidos.

Sin más te dejo, querido lector, con el sonido del Silbato de la Muerte:


En este otro video, escucharás un silbato de la muerte hecho de jade. Se acompaña con una sencilla percusión y una sonaja para darnos una idea de cómo podría intimidarse el enemigo en batalla:







Ing. Velázquez Cabrera

Roberto Velázquez Cabrera, ingeniero mecánico de profesión que ha realizado un estudio de toda la vida -incluida la reconstrucción física- de los antiguos resonadores y otros instrumentos de viento mexicanos. Es el fundador del Instituto Virtual de Investigación Tlapitzcalzin con sede en la Ciudad de México. El Ingeniero acuño en el 2006, el término “aerófonos generadores de ruido”, partiendo de la premisa de que los instrumentos en cuestión se caracterizan por generar sonidos con componentes de frecuencia muy complejos y ondas de ruido.




Sobre Ehécatl:

Escultura en piedra volcánica. Posclásico Tardía.   Actualmente en posesión del Museo Nacional de Antropología e Historia, México.

La máscara bucal en forma de pico de pájaro pintada de rojo aparece tres veces en esta escultura, asociada al culto religioso de Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento por ser su atributo distintivo. El mono araña representado en esta figura, tiene una máscara bucal y se coloca sobre una serpiente de cascabel enroscada cuya cabeza, también con el glifo de Ehécatl, se apoya y descansa sobre la pierna derecha. 

Tiene los brazos doblados hacia arriba sosteniendo su cola, la cual fue representada como una serpiente cuyo rostro también tiene una máscara bucal en forma de pico de pájaro. Las patas de mono cruzadas dan un movimiento helicoidal al cuerpo, como una metáfora del viento que se mueve en remolinos. 

Según la mitología nahua, la segunda era, denominada Sol de viento (Ehecatonatiuh), fue presidida por Quetzalcóatl hasta que fue destruida por fuertes vientos y la humanidad se convirtió en monos. Esta interesante escultura fue encontrada en el Templo de Ehécatl durante las excavaciones cuando Se construyó la estación Pino Suárez del sistema de Metro en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Fue encontrado como una ofrenda al pie de una escalera, roto en pedazos, lo que significa que fue "sacrificado" ritualmente antes de ser enterrado. 

- Arqlga. Bertina Olmedo Vera


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