¿Sabías que en 1930 Quetzalcóatl sustituyó a Santa Claus?

El año en que Quetzalcóatl se robó la Navidad.

El año en que Quetzalcóatl se robó la Navidad.

¿Sabías que en la navidad de 1930 el presidente Pascual Ortiz Rubio decidió cambiar a los Reyes Magos y a Santa Claus por Quetzalcóatl? Para ello, se realizó un gran evento en el Estadio Nacional donde acudieron miles de niños a recibir su regalo de Quetzalcóatl y la primera dama.

“La idea era retomar el indigenismo, regresar a lo prehispánico, al mito fundacional que diera unidad a la patria” -Jorge Traslosheros
Presidente de México Pascual Ortiz Rubio de 190 a 1932

En 1930, Pascual Ortiz Rubio consideró que el hombre rollizo de traje rojo y guantes blancos era una figura antagónica a nuestra querida patria y. así nada mas, decretó su desaparición.

Al día de hoy, muy pocos recuerdan que Santa Claus estuvo a punto de desaparecer de México en la primera mitad del siglo XX.

La idea quizá no sonaba a locura si pensamos que los Aztecas, aunque no celebraban propiamente la Navidad, al igual que la mayoría de las culturas prehispánicas, festejaban el solsticio de invierno, ya que éste marcaba el nacimiento de un nuevo ciclo. Sin embargo, en esa fiesta, a diferencia de nosotros, los Aztecas durante lo que se denominaba Panquetzaliztli conmemoraban la victoria del dios Huitzilopochtli sobre la diosa de la luna.
Durante esta ceremonia los amos de las víctimas a sacrificar realizaban un ayuno que finalizaba con el mes y de la festividad de Pānquetzaliztli, cuando se producía la muerte de los cautivos, algunos de estos en el juego de la pelota o tlachtli. Además se elaboraba una figura del dios con masa de huautli y maíz tostado amasado con miel de maguey, que se comía después del sacrificio de los cautivos y esclavos. Imagen de: Tovar, Juan - dominio público - Wikimedia

A Pascual Ortiz Rubio, le apodaban "El Nopalito" por su presunta dependencia de Plutarco Elías Calles, quien se decía, era el verdadero hombre al mando del país, por lo que nunca estaremos seguros si esta ocurrencia fue de Plutarco o de Pascual, pero lo cierto es que Santa Claus fue condenado a la extinción en la oficina presidencial.

Y así fue que el buen Pascual decretó la adopción de la figura del dios Quetzalcóatl como representante máximo de las fiestas decembrinas con la intención de hacer a un lado a Santa Claus, que recién había llegado a México en los años 20 y aún no estaba tan arraigado en la cultura mexicana.
“Fue una propuesta nacionalista del secretario de Educación, Carlos Trejo, para sustituir a Santa Claus y poner una cosa más mexicana“ - Alfredo Ávila, historiador, profesor e investigador de la UNAM.

Al menos fue así como lo comunicó Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, según una nota publicada por El Universal el 27 de noviembre de 1930 titulada: “Quetzalcóatl será el símbolo de la Navidad en nuestro país”, la cual hablaba acerca de los deseos del gobierno post-revolucionario por retomar las raíces indígenas en las fiestas decembrinas:
“Ayer tuve el gusto de comer con él (presidente de la República Pascual Ortiz Rubio) y durante la comida estuvimos acordando y me dio la idea de sustituir en las tradiciones extranjeras de Navidad –que no es nuestra– cambiándola por algo esencialmente mexicano. Quetzalcóatl sustituirá a los Santos Reyes a Santa Claus y a Noel”, Carlos Trejo y Lerdo de Tejada ante los medios de comunicación.
En noviembre de 1930 el secretario de Educación Pública anunció que el presidente Pascual Ortiz Rubio le dio la idea de sustituir a Santa Claus y a los Reyes Magos por Quetzalcóatl.

En teoría, su meta era “engendrar evolutivamente en el corazón del niño, el amor por los símbolos, las divinidades y tradiciones de nuestra cultura y nuestra raza”. que se intentaba promover mediante la educación, una formación nacionalista en la que Ortiz Rubio estaba en completo acuerdo. 

¿Quetzal...qué?



Cuenta la leyenda que al finalizar la creación del mundo, los dioses y humanos vivían en armonía y todos eran felices a excepción de Quetzalcóatl. Éste se sentía molesto por el papel subyugado que tenían los humanos. El dios adoptó a la condición humana y les compartió el conocimiento y el arte de los otros dioses.

Quetzalcóatl se estableció en el Tollan, lugar que actualmente se encuentra en el estado de Hidalgo. La ciudad se rápidamente se llenó de abundancia y prosperidad. La Serpiente Emplumada les enseñó, entre otras cosas, el cultivo del maíz, la escritura, el teñido de algodón y a trabajar el jade, la obsidiana y el oro.

Todo parecía un cuento de hadas hasta que el hermano de Quetzalcóatl, Tezcatlipoca, arrastrado por la envidia se apareció en el Tollan vestido como un anciano y pidió reunirse con el señor de la ciudad. Le obsequió una punta de maguey bañada en pulque, el dios serpiente fascinado por el sabor de la bebida, tomó sin control hasta que quedó embriagado.

Bajo los efectos del alcohol mantuvo relaciones sexuales con Quetzalpétlatl, sacerdotisa de su culto. Al percatarse de la deshonra y consumido por la vergüenza, se marchó hacia el mar donde construyó una barca hecha de serpientes en dirección al Sol. No sin antes prometer su regreso para vengarse de su hermano. La fecha paradójicamente coincide con la llegada de los españoles  a Tenochtitlán.

La apariencia física de los viajeros del Viejo Continente era muy similar a la descripción que se había hecho de Quetzalcóatl en los códices, por lo que fue fácilmente confundido por los Aztecas. El resto es historia.
"Quetzalcóatl era una deidad prehispánica pacífica, del culto a la civilización y que traía el bienestar, a diferencia de otros dioses guerreros como Huitzilopochtli, que no hubieran encajado bien en esta sustitución de Santa Claus, los Reyes Magos o el Niño Dios"-Alfredo Ávila, historiador de la UNAM.
Quetzalcóatl, Códex Borgia, Imagen de Wikimedia

El culto a Quetzalcoatl se extendió por toda Mesoamérica, aunque fue conocido con diferentes nombres en diferentes períodos. Si bien sus diversos aspectos y orígenes están lejos de ser claros, se dice que Quetzalcóatl fue uno de los dioses creadores mexica. Según el mito de la creación mexica había cuatro soles o mundos antes del actual, cada uno de ellos creado y destruido de manera diferente. Cuando el cuarto sol fue destruido por las inundaciones, los dioses decidieron crear uno nuevo. Para crear una nueva raza de humanos, Quetzalcoatl descendió a los niveles inferiores del Inframundo. Logró engañar a Mictlantecuhtli y recuperó los huesos de la gente del cuarto sol. Con esos huesos y algo de su sangre dio vida a los humanos que habitaban el mundo actual.

Extracto del libro "Malinche" de Laura Esqiuvel:

—Y ese Quetzalcóatl, como le dices ¿Qué clase de dios es? Porque has de saber que nosotros fuimos expulsados del Paraíso a causa de una serpiente.

—No sé de qué clase de serpiente hablas. La nuestra es la representación de Quetzal: ave, vuelo, pluma y Coatl: serpiente. Serpiente emplumada significa Quetzalcóatl. La unión de agua de lluvia con agua terrestre también es Quetzalcóatl. La serpiente representa los ríos, el ave, las nubes. Pájaro serpiente, ave reptante es Quetzalcóatl. El cielo abajo, la tierra arriba también lo es.

De pronto sin saber por qué ni cuándo, ni a qué hora la oscuridad del temascal del vientre de piedra, se había vuelto luminosa, como si la palabra Quetzalcóatl hubiera hecho la luz.

A Cortés, que no entendía nada de las creencias religiosas de los habitantes de esas tierras, por primera vez al escuchar la explicación de la representación del dios le pareció que correspondía a una elegante y majestuosa imagen y su mente pudo concebir una certeza irreconciliable: unir lo que vuela con lo que repta.

Malinalli y Cortés se miraron a los ojos. De nuevo reinaba el silencio. La mirada de uno penetró en el otro e inmersos en ese íntimo espacio, ambos experimentaron un recuerdo de algo ya vivido en otra parte del tiempo. El escalofrío que Cortés sintió en el centro de la pupila lo obligó a apartar sus ojos de los infinitos ojos negros de Malinalli que, a la vez, reflejaban tristeza, amor y un cierto anhelo de venganza.

Cortés demandó:

—¿Y qué de bueno es lo que ha hecho esa serpiente emplumada para ser un dios tan importante? Porque, de la manera tan fea en que lo pintan más parece un demonio que un dios.

Malinalli, sabedora que la única manera que había de hacer que Cortés guardase silencio era no dándole oportunidad de hablar, lo interrumpió, y llena de pasión el respondió:

—Al principio -dijo- los hombres estábamos dispersos en el Universo, éramos polvo que flotaba donde el viento es nada, donde el agua es nada, donde el fuego es nada, donde nada es tierra, donde el hombre disperso es nada, donde nada es nada. Quetzalcóatl nos reunió, nos formó, él nos hizo. De las estrellas creó nuestros ojos, del silencio de su ser sacó nuestro entendimiento y lo sopló en nuestro oído; del sol arrancó una idea y creó el alimento para nuestro sustento, al cual nosotros llamamos maíz, y es espejo del sol y tiene el color que da vida a la sangre y a nuestras mejillas. Quetzalcóatl es dios y nuestras mentes están unidas en él.

Malinalli pasó un recipiente con agua y pétalos de diversas flores y  hierbas para que Cortés refrescara su carne y aliviara el calor de su cuero y continuó:

—Quetzalcóatl también fue hombre sabio, sacerdote, gobernante supremo de Tollan.

—¿Y cómo fue su gobierno?

—Durante el mandato de Quetzalcóatl, Tollan siempre estuvo henchida de grandeza: jades, corales y turquesas adornaban el mundo; metales amarillos y blancos, metales preciosos; caracoles hermanos del oído, espirales del ruido, recipientes del canto; plumas de quetzal, plumas rojas y amarillas coloreaban esa grandeza. Existía toda suerte de cacao, toda suerte de algodón de todos colores, muy grande artista era Quetzalcóatl en todas sus creaciones y provocador de la abundancia. Quetzalcóatl, el tolteca, es el que se busca a sí mismo.
Quetzalcóatl, Códex Teleriano-Remensis (siglo 16) CC BY-SA 4.0, imagen: Wikimedia

—¿Y qué le sucedió a ese hombre?

—Fue engañado por un hechicero que cambió su destino. Fue Tezcatlipoca, un hechicero hermano suyo y sombra de su luz, quien le puso ante sus ojos un espejo negro engañoso y, cuando Quetzalcóatl se vio en él, vió su rostro deformado, con grandes ojeras y los ojos sumidos, vió la máscara de su identidad falsa, vió su parte oscura, se espantó de ver su imagen y tuvo miedo de su rostro. Inmediatamente después fue invitado a beber pulque, bebida que lo embriagó y lo desquició. Estando borracho, pidió que le trajeran a su hermana Quetzalpetatl y junto a ella bebió aún más. Completamente embriagados, los hermanos fueron dominados por el deseo y fue entonces que yacieron juntos, se desquiciaron en caricias, hicieron que sus cuerpos chocaran enloquecidamente, tocándose y besándose hasta quedar dormidos. Al amanecer, cuando Quetzalcóatl recuperó la conciencia, lloró y emprendió la marcha hacia el oriente -por ahí donde ustedes llegaron- y se embarcó en una balsa hecha de serpientes. Se fue a la tierra negra y roja del Tollan para reencontrarse y luego incinerarse. 
Cuando Quetzalcóatl se prendió fuego, de su corazón salió una chispa azul. Su corazón, todo su ser, se desprendió del fuego, voló a lo alto del cielo y se convirtió en la Estrella de la Mañana.
Información bibliográfica:
Título Malinche
Autor Laura Esquivel
Editor Simon and Schuster, 2006
ISBN 0743290348, 9780743290340

Un presidente historiador

Templo de Quetzalcóatl.

"En 1930 México se encontraba en la cumbre del Maximato y el país seguía los designios de Plutarco Elías Calles al pie de la letra. Fue un momento de grandes cambios y estos cambios se sentían con fuerza. Los conflictos revolucionarios parecían por fin haber quedado en el pasado, el partido oficial —fundado y liderado por el mismo Calles— acababa de tomar el poder, el presidente en turno, Pascual Ortiz Rubio, había sufrido un atentado el día de su toma de protesta y a México le urgía construir y fomentar una identidad que lo separara del estigma revolucionario. Era momento de buscar nuevos símbolos y de fomentar nuevas tradiciones, era momento de integrar lo prehispánico a la identidad mexicana. Esta es la historia de cómo celebramos una Navidad con Quetzalcóatl." -Rulo Luna Ramos, del artículo 1930. El año en que pasamos una Navidad con Quetzalcóatl

¿De dónde habría surgido la idea de cambiar la figura de Santa Claus, esa que el refresco Coca-cola había popularizado? El presidente Pascual Ortiz Rubio había estudiado ingeniería con especialidad en topografía, aunque algunas biografías hablan de él como historiador. Podría atribuirse la decisión a ese gusto por el conocimiento de México, pero hay más razones.

Llegó el final de las luchas revolucionarias y México estaba en una severa crisis de identidad. Se negaba de todo aquello que remitiera al porfiriato y se buscaba apoyo en el pasado distante del país para construir una identidad nacional que mantuviera alejada toda influencia extranjera. 
"A finales de la década de los veinte se impuso la figura del charro y la china poblana como símbolos de lo mexicano, el arte —incluyendo las obras de los grandes muralistas— se volvió nacionalista e incluso oficialista y festividades como la Semana Nacionalista se encargaban de celebrar todo lo mexicano, lo que sea que esto fuera." -Rulo Luna Ramos


La idea era retomar el indigenismo, regresar a lo prehispánico, al mito fundacional que diera unidad a la patria, explica el historiador Jorge Traslosheros. Lo mexicano era lo proveniente de lo indígena, lo que no cumpliera con las características había que destruirlo.
“Existió una especie de locura de nacionalismo revolucionario. Se pretendía, además, guardar distancia de todo lo religioso." -Jorge Traslosheros, historiador.
Traslosheros señala que en ese periodo de adversidades políticas (dos años antes habían asesinado al presidente Álvaro Obregón) se implementaron una serie de símbolos y estereotipos nacionales que lograron arraigarse en el imaginario social. Tal vez por esste curioso decreto.

“¿Vamos a acostar a Quetzalcóatl en el pesebre y rezarle en náhuatl?”

El Porfiriato trajo consigo a Santa Claus y muchas tradiciones extranjeras, y ante la premura de dejar atrás todo ese pasado, Ortiz Rubio tomó una drástica decisión que a muchas personas les pareció ridícula, Quetzalcóatl, uno de los dioses más importantes de la cultura mesoamericana, sería el nuevo “Santa Claus”.

México, siglos XV-XVI d.C. Un ícono del arte azteca, este llamativo objeto probablemente se usó en ocasiones ceremoniales como un pectoral. Está tallado en madera de cedro que está ahuecado en la parte posterior y cubierto con un mosaico turquesa. La imaginería de serpientes aparece en toda la iconografía de Mesoamérica. La serpiente forma parte de varias deidades aztecas y mexicas como Quetzalcóatl (Serpiente emplumada), Xiuhcóatl (Serpiente de fuego) y Mixcóatl (Serpiente de nube) y Coatlicue (Serpiente).

Después del anuncio se desató la polémica. En El Universal se publicaron cartas que se oponían al cambio. Una mujer preguntaba: “¿Vamos a acostar a Quetzalcóatl en el pesebre de Belén y rezarle en idioma náhuatl?”. A continuación advertía del peligro de que el gobierno se consumiera en “el reajuste del intelecto colectivo”.

Imagen de una de las campañas publicadas en el diario El Universal en los años 30.

Además, se decía que Santa Claus había sido una importación del porfiriato y que se sumaba a las intromisiones extranjeras en el país. La adopción de Quetzalcóatl como benefactor de la infancia serviría para “reimplantar en nuestro México su legendaria tradición de pueblo patriota y civilizado” y promovería que la raza recuperara su antigua grandeza y todo lo suyo.

Un ensayo de Ismael Vidales, pedagogo escritor y poeta mexicano, explica el temor del público de que se apareciera de pronto una serpiente emplumada por lo que hubo argumentos estéticos en contra de Quetzalcóatl. Ante este temor del público que se fundaba en la imagen del héroe, la Secretaría de Educación anunció que no iba a representar a Quetzalcóatl como serpiente emplumada sino más bien apegado a los viejos códices que describen a un hombre barbudo y rubio semejante al viejo Santa Claus. De hecho algunas caracterizaciones decembrinas de Quetzalcóatl mostraban a un hombre barbado, rubio y ricamente ataviado con un moderno atuendo.
“De hecho, la figura del dios que usarían –muy apegada a la descripción de los viejos códices– resultaba muy semejante a Santa Claus e incluso podría ser tomado por uno de los Reyes Magos”, escribió Vidales Delgado. 
El anciano Quetzalcoatl sale de México en una balsa de serpientes, Gilbert James. Imagen de Wikimedia

Para los investigadores era lógico que la Serpiente Emplumada no obtuviera la simpatía necesaria: 

“Una Tradición no se impone por decreto presidencial, pero además las costumbres de la sociedad son las que hacen las leyes. Ya para 1930 éramos, como hasta hoy, un collage de tradiciones provenientes de diversas partes del mundo, las festividades podían convivir sin conflicto”. -Elena Díaz Miranda, Mtra. en Historia, fragmento de una nota publicada por El Universal titulada “El año en que Quetzalcóatl le robó la Navidad a Santa Claus”, 18 de diciembre del 2010

El 4 de diciembre la Lotería Nacional anunció su “gran sorteo extraordinario” de 600 mil pesos en honor a Quetzalcóatl. El mismo día, refiere Vidales Delgado, el departamento de Dibujo y Artes Manuales de la Secretaría de Educación giró una circular a todas las primarias urbanas y rurales para que se inculcara a los alumnos la leyenda del hombre-dios, que el escolar dibujaría “a su voluntad y gusto” hasta alcanzar las “mil estilizaciones diferentes del gran sacerdote”.
El Universal, anuncio diciembre 1930

Hay que entender que eran épocas totalmente oficialistas y algunos lugares empezaron a decorarse con la imagen de este dios prehispánico. En la publicidad también se hizo presente, tanto así que  algunos slogans señalaban que ese año los regalos podían ser traídos por Santa Claus, los Reyes Magos o Quetzalcóatl por igual. Hubo también casas comerciales que capitalizaron la aparición del nuevo personaje navideño para anunciar sus productos, como uno que decía: “De los magos, de Santa Claus o de Quetzalcóatl, no puede haber obsequio como éste: el refrigerador General Electric”.

En ese contexto, donde las chinas poblanas y los charros eran la nueva imagen de México que le daba la vuelta al mundo y las escenas de los indígenas junto a los héroes nacionales se empezaban a pintar en las paredes de edificios públicos para que la población –en su mayoría analfabeta- empezara a conocer una nueva historia del país (el inicio del Muralismo), fue muy fácil generalizar la idea de que era inaceptable tener a Santa Claus como imagen de una festividad en México.

No importó la campaña emprendida para que Quetzalcóatl se encumbrara como la nueva figura. La sociedad no sentía suyas las tradiciones indígenas, por lo que a nadie le resultaron interesantes sus atribuciones heroicas.

Sin duda alguna esta publicación que daba cuenta de un gran cambio de costumbre creó controversia y disgusto, pues para algunos era un acto nacionalista, pero para otros era un insulto a sus creencias. En publicaciones posteriores se podía observar en páginas de EL UNIVERSAL cartas oponiéndose al cambio dictado por presidencia.

“¿Vamos a acostar a Quetzalcóatl en el pesebre de Belén y rezarle en idioma náhuatl?”, predicaba una mujer con creencias católicas, a quien dio voz el entonces periodista Pablo de Góngora en su nota: “Quetzalcóatl y la Serpiente” del día 11 de diciembre de 1930.

Este interesante show provocó burlas y críticas de todo tipo provenientes, sobre todo, de la comunidad católica que se indignaban al ver que un Dios prehispánico era protagonista de una fecha tan especial dentro del cristianismo y veían amenazadas sus tradiciones religiosas y con ello sus símbolos; otros más aprobaban fomentar el espíritu nacionalista dentro de los niños, eliminando las imágenes extranjeras.  

Otros tantos salían en defensa de la serpiente emplumada y una carta más salió publicada: “…hay quienes tildan la idea de antirreligiosa o chocarrera…que la universalidad de Santa Claus le da el derecho de permanecer en la imagen de los mexicanos y que sería una profanación desarraigarlo de las imaginaciones infantiles”, decía el responsable de esa carta, dejando la interrogante de qué personaje era mejor inculcarle a los infantes. Ello, luego de comparar a dicha deidad azteca y con otros ejemplos bíblicos como Lot, un personaje que al embriagarse cometió incesto con una de sus hijas, mientras que Quetzalcóatl, bajo los efectos del alcohol, bailó con su hermana.
 
Alegaba los comentarios de quienes se justificaban diciendo que Quetzalcóatl era un personaje extranjero, explicando que durante el tiempo de la conquista los colonizadores decían al pueblo que Quetzalcóatl era la figura de Santo Tomás, quien había sido enviado a predicar la palabra de Cristo en los pueblos prehispánicos. 

El historiador y especialista en temas de mexicanidad e identidad, Arturo Morales Pantoja, en entrevista añade que mucho se duda de quién dictó esta reforma y es que “estábamos en época del Maximato, donde el ex presidente Plutarco Elías Calles seguía siendo el hombre fuerte dentro del país, aun cuando era otro quien ocupaba la silla presidencial”. Lo cierto es que esta etapa posrevolucionaria dejó las urgencias de encontrar símbolos nacionales a como diese lugar.
 
Quetzalcóatl, Codex Magliabechiano (siglo XVI). Dominio público, Wikimedia

Aún algunos años después, la Revolución Mexicana demostró que el sur y el norte del país eran muy diferentes y se encontraron culturalmente, dijo, de manera que esto trajo consigo la idea de constituir un solo México y a esto le podemos sumar la conformación del Partido Nacional Revolucionario (PNR hoy en día PRI), que venía justamente con ese ideal de unificar a nuestra cultura.
 
“Este intento por modernizar las instituciones no es un error, sino un mal cálculo que hace el gobierno porque no entiende que los procesos culturales no son los mismos que los económicos y políticos, es decir, en la Revolución se ganan derechos políticos, pero en términos de pobreza es absolutamente igual”, considera el especialista.
 
“Existió una especie de locura de nacionalismo revolucionario”, explicaba también Jorge Traslosheros en esta nota publicada de EL UNIVERSAL en el 2010, la idea era la adopción de Quetzalcóatl que serviría para plantear en la niñez un México con la tradición de su pueblo patriota y civilizado para recuperar su grandeza como raza. Es decir, retomar el indigenismo y regresar a lo prehispánico.
 
Página de El Universal, 5-dic-1930.
Sin embargo, Arturo Morales menciona que “era cuestión de retomar la identidad pero de los indígenas antiguos, no de los grupos indígenas que en ese momento estaban, y en la actualidad sucede igual, es tratar de formar el ideario de identidad de la mexicanidad basados en la cuestión de lo prehispánico como punto de lanza, tratando de unificar a los diferentes Méxicos”.

Teníamos a una sociedad exacerbadamente católica y tradicionalista” comentó Arturo Morales “apegada a un estado protector que marcaba los destinos de todo” además “los conocimientos de nuestras raíces prehispánicas no eran vastos,  los trabajos arqueológicos se dieron a mediados del siglo XX” por tanto no había el suficiente apego de la sociedad con las culturas mesoamericanas.
 
Hoy en día existe “una sociedad que tiene no conciencia histórica, pero sí conocimiento de su pasado y que es mucho más crítica a pesar de que no actúa”.

Sin lugar a dudas, la iniciativa de la silla presidencial por inculcar o renovar el amor por los símbolos y tradiciones nacionales fue una respuesta a la invasión -ahora cultural- de Estados Unidos.
 

Durante los años 1920 y 1930 existió un flujo  frecuente en la frontera entre pobladores de ambos lados, lo que provocaría un intercambio cultural que tarde o temprano se vería reflejado en la sociedad. 
“Se ha malinterpretado la mexicanidad, que tiene que ver con todos los símbolos que nosotros adquirimos en las cuestiones culturales. Tratar de erradicar algo tan profundo como es la cuestión de la mesticidad es como quitarle cierta parte de identidad y parte de su cultura a un pueblo.” - Arturo Morales.

Y la serpiente emplumada fue al estadio

En aquella época el Estadio Nacional era el lugar de los grandes eventos políticos, deportivos y sociales, fue edificado sobre una parte del ya desaparecido Panteón de la Piedad (del pueblo de la piedad). 

Estadio Nacional. Foto de: Wikipedia.

En 1949 fue demolido para convertirse, más tarde, en el complejo familiar Juárez, mejor conocido como multifamiliar Juárez, el cual también fue demolido al verse afectado en gran parte de su construcción después del sismo de 1985.

Hoy en día en ese terreno se alza el centro comercial Pabellón Cuauhtémoc y el Jardín Ramón López Velarde, en conmemoración a las víctimas del terremoto.

Así pues, el gobierno organizó un evento el 23 de diciembre de 1930. En el Estadio Nacional montaron la escenografía de una pirámide y hombres ataviados con indumentaria azteca celebraron con danzas y rituales en honor al dios Quetzalcóatl.

Las crónicas de los diarios muestran que no hubo una sola referencia al señor del traje rojo y saco mágico lleno de juguetes, una figura que apenas unas décadas atrás había aparecido en las celebraciones navideñas. Sin embargo, se permitió la participación de los Reyes Magos, una tradición llegada a México durante la Colonia.

Melchor, Gaspar y Baltazar desfilaron ese día y acompañaron a Josefina Ortiz de Ayala Ortiz, esposa del presidente, a la entrega de juguetes.

Quetzalcóatl en la cima de una réplica de pirámide, rodeado por sacerdotes y un séquito: imagen que pretendía reemplazar a Santa Claus en la Navidad de 1930. Foto de El Universal
La escena fue de lo más surrealista: En el centro del Estadio Nacional lucía un gran templo azteca, de fondo el Himno Nacional presentaba a un hombre barbado, imponente, poderoso, acompañado, no de renos ni de duendes, sino de un enorme séquito de guerreros aztecas que a su vez se encontraban rodeados de árboles de navidad con esferitas de colores y nieve falsa, todo envuelto en bandas de guerra y batallones, acompañadas de danzas con Quetzalcóatl al centro rodeado de su corte de honor formada por sacerdotisas, tehuanas, aztecas y otros indígenas, demostrando un completo amor y compromiso con la Patria, según la descripción de los medios de la época.
El primer número fue el de los Reyes Magos que llegaron hasta la pirámide montada para Quetzalcóatl. Quizá se quiso representar su rendición al culto al dios serpiente.

Entonces, el moderno Quetzalcóatl con rasgos occidentales apareció. Hizo honores durante el Himno Nacional y luego subió a su templo. A su alrededor había entre 10 y 15 mil niños que habían llevado al acto. Ahí también estaban la Cruz Roja, la Asociación de Protección a la Infancia, el cuerpo diplomático, el gabinete gubernamental y el presidente acompañado de su esposa.

El esfuerzo fue notable y Quetzalcóatl ocupó el lugar que la historia le otorgaba. Ese día las notas periodísticas del día concluyeron: 
“Quetzalcóatl, tipo legendario mexicano con el que se trata de sustituir al símbolo de Santa Claus ayer hizo la delicia de muchos chiquitines al presentarse en el Estadio Nacional repartiendo juguetes y dulces”.

Haciendo honor a Quetzalcóatl se entregaron los juguetes

Dios del aire, como una serpiente emplumada, y de las estrellas de la tarde, como astro con un circuito adornado del cual sale la luz de una estrella, su gigantesco penacho de quetzal y sus ropas de cuero, Quetzalcóatl, la hermosa serpiente, no fue suficiente como para entrar a las casas a llevar la Navidad acompañada de obsequios y dulces, pues contó con el apoyo de diversas instituciones y casas comerciales.

Muñecas de porcelana, bicicletas y carritos eran los juguetes que entonces recibían. El Universal Ilustrado, 25 de diciembre 1930.

El objetivo era llevar la Navidad y los regalos a los niños pobres de la ciudad, contando con la asistencia de cerca de 15 mil personas, entre niños y diplomáticos invitados al gran suceso.
 
La primera dama y presidenta de la Sociedad Protectora de la Infancia, Josefina de Ortíz Rubio, hizo el honor de repartir los regalos a todas aquellas personas de corta edad que estaban sorprendidas por el show e invadidas por la sorpresa que recientemente les había provocado el decreto.

La primera dama, Josefina, también presidenta de la Sociedad Protectora de la Infancia, se encargó de repartir los regalos a los niños. 

Después de tan extraño episodio, se decidió no repetir el evento, Quetzalcóatl se retiró nuevamente de la vida pública en México para regresar a los museos, a los libros de historia y a las tradiciones de los pueblos originarios y Santa Claus volvió a los aparadores de las tiendas y adornos durante la época navideña, especialmente después de 1931, cuando Coca-Cola empezó a utilizar la imagen de un gordito bonachón de ojos azules y con gran sonrisa en su publicidad.

Quetzalcóatl, Frederic Whitaker, 1970. Acuarela, Colección de Arte Universidad Syracuse.

Sin embargo, para mantener el nacionalismo en de los murales de los artistas de la época, la Navidad se convirtió en posadas y piñatas, pero nunca más se intentó presentar a un personaje diferente al panzón que se encargara de traer regalos a los niños.

FUENTES:


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