6 Aterradoras Obras de Arte para Halloween



Nada mas horrorífico para esta noche de Halloween que una galería con 6 obras de arte aterradoras. ¡Porque el terror también es cultura!

1. La Pesadilla

Autor: Henry Fuseli
Título original: The nightmare
Lugar y año: Suiza, 1781
Técnica: Óleo (101 cm × 127 cm.)
Museo: Detroit Institute of Arts
Género: Romanticismo 

'The Nightmare' de Henry Fuseli

La pesadilla de Fuseli ha asustado a los espectadores desde que se exhibió por primera vez en la Royal Academy en 1782. The Nightmare, o El íncubo, es un extraño cuadro de Johann Heinrich Füssli, o como le llamaron los ingleses, Henry Fuseli. El pintor suizo se fue a probar suerte a Gran Bretaña y ya se estableció en el país, siendo admirado por su erudición en arte. Desde luego sus cuadros, que no escatiman en oscuridad no fueron muy apreciados popularmente en su día, pero a la larga resultó ser cierto lo que decía William Blake de él: “se ha adelantado cien años a la generación actual”.  Este visionario recreó ese mundo de los sueños nocturno y teatral, que tanto influiría en la Inglaterra Victoriana, con sus corrientes ocultistas, y siglos después a los surrealistas.

El público original del siglo XVIII estaba asustado, pero también escandalizado y excitado. debido a las connotaciones sexuales subyacentes de la pintura, muestra a una mujer dormida, con un pequeño monstruo sentado en su pecho. Este demonio mitológico es lo que se conoce como un íncubo, que, junto con su contraparte femenina, la sucubo se sienta en el pecho de las personas que duermen. ¿La pintura muestra el sueño de la mujer o qué le está sucediendo realmente? Nadie sabe, o sólo quizá el caballo del fondo que observa la escena.

Con su representación del sexo, los sueños y el inconsciente, la pintura de Fuseli se volvió muy querida dentro del estudio del psicoanálisis, y Freud incluso tenía una impresión de ella en la pared de su apartamento.

2. La tentación de San Antonio 

Autor: Joos van Craesbeeck
Título original: Die Versuchungen des heiligen Antonius
Lugar y año: Flandes, 1650
Técnica: Óleo (78 x 116 cm.)
Museo: Staatliche Kunsthalle, Karlsruhe (Alemania)
Género: Barroco

La Tentación de San Antonio de Joos van Craesbeeck

Influenciado por Hieronymus Bosch y Pieter Brueghel, el cuadro de La Tentación de San Antonio obra del flamenco Joos van Craesbeeck representa una escena onírica mostrando una cabeza gigante e innumerables criaturas diabólicas y demonios. 

Estos seres pululan fuera del cráneo gigante del hombre, cual malos pensamientos a los que se les da forma física. Entre ellos se encuentran las extrañas adiciones del pintor, un anteojo y un nido de pájaro, que dejan al espectador adivinar su significado. Así, salen y entran las criaturas, tanto por su boca abierta como por la frente, que es cortada por los seres.

San Antonio Abad fue un monje que vivió entre los siglos III y IV, un ermitaño que quiso apartarse del mundo y se fue a vivir al desierto. Ahí fue tentado por el Demonio en varias ocasiones, pero resistió a todas ellas gracias al poder de su fe. San Antonio aparece ahí y resiste como puede semejante visión y lo vemos en la esquina derecha, intentando no hacerle mucho caso a una señora que trata de enseñarle sus pechos.

3. Cabeza de esqueleto con cigarro

Autor: Vincent van Gogh
Título original: Kop van een skelet met brandende sigaret
Lugar y año: Países Bajos, 1886
Técnica: Óleo (32,5 x 24 cm.)
Museo: Museo Van Gogh, Amsterdam (Países Bajos)
Género: Postimpresionismo

Cabeza de esqueleto con cigarro de Van Gogh


Este esqueleto con un cigarrillo encendido en la boca es una especie de broma del joven estudiante Van Gogh. Van Gogh lo pintó a principios de 1886 mientras estudiaba en la escuela de arte en Amberes, Bélgica. Dibujar esqueletos era un ejercicio estándar en la academia. Pintar uno con un cigarrillo encendido y humeante en la boca muestra el lado rebelde juvenil de Van Gogh. Incluso si es una broma visual, la pintura muestra que había aprendido un buen dominio de la anatomía en la academia.

4. El Aquelarre

Título Original
Autor: Francisco de Goya
Lugar y año: España, 1798
Técnica: Óleo (43 x 30 cm.)
Museo: Museo Lázaro Galdiano, Madrid, España

El Aquelarre de Francisco de Goya

El personaje principal de la escena es el diablo, representado como un gran macho cabrio al que se le dan dos bebés, ya sea como ofrenda o como parte de una ceremonia de iniciación en la brujería.

A Goya le encantaba pintar brujas, tanto intrigado como interesado en la superstición y la imaginería fantástica, además de crítico con su irracionalidad y la ignorancia de las prácticas supersticiosas. Curiosamente, muchos ven esta pintura como una crítica del fervor religioso católico de la Inquisición española, donde el miedo y la irracionalidad sacaron a relucir lo peor de la naturaleza humana.

Esta obra la encargaron los duques de Osuna y estaba pensada para decorar el palacio de “El Capricho”. El palacio se encontraba a las afueras de Madrid, en la Alameda de Osuna. Este cuadro fue pintado junto a otros cinco lienzos que decorarían este palacio. La temática de todos ellos converge en lo terrible, lo oculto, la angustia de la ausencia de la razón y el caos que éste desata.

5. La princesa Takiyasha invoca un espectro esquelético para asustar a Mitsukuni

Autor: Utagawa Kuniyoshi
Título Original: 相馬の古内裏 妖怪がしゃどくろと戦う大宅太郎光圀
Lugar y año: Japón, 1845
Técnica: Tríptico grabado en madera
Museo: Museo Victoria & Albert, Londres
Género: Ukiyo-e




Utagawa Kuniyoshi era conocido por sus representaciones de escenas históricas y míticas de la historia en sus grabados en madera, como este que data de 1844 que muestra a la princesa Takiyasha del siglo X, invocando o recitando un hechizo escrito en un pergamino, para invocar un Gashadokuro, un espectro esquelético gigante que asusta a Ōya no Mitsukuni y a otro samurai que fueron enviados a buscar a la princesa. Sus planes fueron frustrados por el escalofriante espíritu.

Utagawa Kuniyoshi, artista del periodo Edo, creó el grabado en madera basado en una historia del periodo Heian en Japón que tuvo lugar en el año 939 d.C. En aquel entonces, el señor de la guerra y samurái Taira no Masakado viajó desde su casa en Kantō y dirigió un ejército para manifestarse contra el gobierno central en Kioto. Finalmente trató de establecer una “Corte Oriental” en la provincia de Shimōsa, pero fue derrotado y posteriormente decapitado. Su hija, la princesa Takiyasha, continuó viviendo en el shōen de la familia, recurriendo a la brujería y estudiando magia oscura.

Kuniyoshi era hijo de un tintorero de seda. Ayudó a su padre en el negocio y como es lógico esto debió de influir en sus diseños textiles y en el uso del color en sus impresiones. Con doce años ya era una atracción por lo bien que dibujaba y entró de aprendiz en el taller de Utagawa Toyokuni.

Cuando se independiza empieza a crear parodias, y dibujos de guerreros y actores, como era la moda. También mujeres bijinga (las pin-ups de la época). Otra novedad que influenciaría a otros artistas Edo era mostrar a la gente con tatuajes. Y también es típico de Kuniyoshi incorporar dentro de las escenas sueños, apariciones de fantasmas, presagios y otras escenas sobrenaturales que le dan a su arte un aire original y sorprendente, aún visto con nuestros ojos, dos siglos después.

6. El Grito

Autor: Edvard Munch
Título original: Skrik
Lugar y año: Noruega. 1893
Técnica: Óleo Pastel Temple (91 cm × 74 cm.)
Museo: Galería Nacional de Oslo, Oslo (Noruega)
Género: Expresionismo / Existencialismo

El Grito de Edvard Munch

Una de las obras de arte más famosas de la historia, tiene su propia historia... ¡de terror!

La concepción de la imagen por parte de Munch es casi más aterradora que la propia obra de arte. Munch basó la pintura en una experiencia que tuvo cuando paseaba con dos amigos en Ekebergåsen en las afueras de Christiania en Noruega:

Estaba caminando en un sendero con dos amigos - el sol se estaba poniendo - de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve, sintiéndome exhausto, y me apoyé en una cerca- Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo azul oscuro y la ciudad - mis amigos siguieron caminando y yo me quedé allí temblando de angustia, y sentí un grito interminable que atravesaba la naturaleza.

Si bien la famosa pintura de Munch no representa exactamente a una criatura espeluznante o aterradora, su poder proviene de su descripción del miedo mismo. Todos podemos sentirnos identificados con su mensaje: el humano moderno en un momento de profunda angustia y desesperación existencial. Es un mensaje universal, que trasciende de sexos, razas y nacionalidades. Por ello “El grito” es considerado uno de los cuadros más importantes de la historia del arte.

Esta impresión la acabó plasmando en este cuadro, que en principio iba a ser la figura de un hombre trajeado, pero tras una visita a París donde vio una momia peruana de rasgos andróginos, decidió cambiar al protagonista para universalizar aún más su mensaje existencialista.

La obra, aunque no es muy bonita, tuvo un enorme éxito de crítica. La gente iba a ver el cuadro en masa y hubo cierta controversia (incluso se aconsejó a las mujeres embarazadas que no visitaran la exposición).

Eventualmente se convirtió en uno de los cuadros más famosos de finales del siglo XIX (que evoca los futuros horrores que se avecinaban en Europa). Hoy es considerada una especie de Mona Lisa moderna.

Dato adicional: Pionero del expresionismo, Munch estaba obsesionado por el sentimiento de angustia alimentado por la muerte prematura de sus seres queridos, en particular la de su madre y su hermana Johanne Sophie. En 1908, incluso fue internado temporalmente en un establecimiento psiquiátrico.







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