Yule: La noche más larga del año.



El día del 21 de diciembre tiene lugar el Yule o Yuletide, que celebra el solsticio de invierno: la noche más larga del año, el momento que marca el final de la oscuridad y la llegada de la luz, con ello se festeja el primer ritual estacional de “La Rueda”.
Es un momento mágico, celebrado por muchas culturas desde la Edad del Hierro, y quizás antes. En los países nórdicos, donde la oscuridad es aún mayor y el frío también, el solsticio de invierno significaba el triunfo de la vida sobre la muerte. 

La fiesta tradicional de Yule tiene sus orígenes en la Escandinavia precristiana.  La celebración podía durar varias semanas, y se colocaba bajo techo un árbol que recordaba el Yggdrasil, el Gran Fresno de cuyas ramas penden los Nueve Mundos, incluyendo el de los hombres.

Constituía sobre todo una fiesta de la familia y estuvo siempre dedicada a la fertilidad y a las cosechas. Era una festividad donde también se recordaba a los ancestros y los amigos ausentes, de hecho la mesa donde se celebraba la fiesta se preparaba ante la tumba de los parientes fallecidos.

Para la celebración, las familias se reunían y el rito daba inicio con un sacrificio, llamado blót. Estaba dedicado a los dioses de la fertilidad y la cosecha, y por supuesto a Odín. Después del blót, se organizaba un gran banquete en el que no podían faltar comidas como el jamón y bebidas como cierta cerveza que se preparaba especialmente para esta fecha.

Debido a que también se trataba de una celebración en la que se rememoraba a los muertos, era típico beber en honor de los fallecidos, de los dioses y de jefes o gobernantes.

Ésto recuerda a otras tradiciones previas a la “Navidad” como la Saturnalia, dedicadas a Saturno con fines similares al Yule, donde al rendir tributo, los romanos aseguraban un nuevo año de buenas cosechas.
Durante la celebración del Yuletide era primordial la tradición del “Yule Log”, que consistía en encender el leño de Yule, un gran tronco del año anterior, que debía arder toda la noche. 
Se realizaba en honor a Thor y tenía como objetivo espantar a los viejos y malos espíritus, alumbraba además toda la velada de la reunión y por último, las cenizas se esparcían por los campos bajo la creencia de que así se harían fértiles y darían buenas cosechas para el año siguiente. Esta tradición es de absoluta procedencia pagana y se puede encontrar en muchas culturas europeas, no sólo en la nórdica.
En Yule, es sumamente importante la figura de la cabra, es uno de los símbolos escandinavos mayormente reconocidos. Incluso hoy en día se decoran las casas con muñecos de cabras hechas de paja trenzada.

El macho cabrío solía ser el animal que llevaba las ofrendas para los sacrificios (en muchas ocasiones se sustituía por dos hombres ataviados con las pieles del animal y una cornamenta). Con el tiempo disfrazarse así se convirtió en una tradición que consistía en pasearse por el pueblo para hacer reír y también dar sustos a la gente.

Sin embargo, en sus orígenes más primitivos esta tradición debió estar ligada al dios Thor, un dios que muchos sólo asocian a la guerra o a las batallas, pero que también era el dios protector de los hombres, con influencia en el clima, las cosechas, la protección o la justicia.

Thor viajaba en un carro tirado por dos machos cabríos mágicos llamados Tanngrisnir y Tanngjóstr que tenían la peculiaridad de que Thor podía cocinarlos para alimentarse y luego resucitarlos cubriendo los huesos con la piel y utilizando el poder regenerador de su martillo. Así pues, en el siglo XIX la cabra se convirtió en la portadora de los regalos en Escandinavia – probablemente como reminiscencia de aquella cabra que habría portado las ofrendas.
En Suecia se construye una cabra gigante de paja que se quema posteriormente y en Finlandia esta cabra se encarnó en un anciano que traía regalos llamado Yulupuki (Joulupukki), que significa literalmente “cabra de Yule” o “cabra de Navidad”. 
El origen de lo que actualmente conocemos como “Santa Claus” también puede ser nórdico, ya que se decía que en estas fechas Odín volaba por el cielo en su caballo de ocho patas y visitaba las casas dejando regalos: de ahí derivó en el trineo de Santa Claus que es arrastrado por ocho renos.

Como mencionamos anteriormente, los romanos celebraban el solsticio de invierno bajo el nombre de Saturnalia -fiesta completamente pagana en honor a Saturno, que justo culminaba el 25 de diciembre con Natalis Invictis Solis, cuando "nace el sol que vence a las tinieblas" y empiezan a alargarse los días.

Después del Edicto de Milán, por el que Constantino levantaba la prohibición que pesaba sobre el cristianismo, los romanos seguían celebrando esta fiesta.

Por ello, la Iglesia decidió absorber esa festividad, dotándola de un sentido cristiano, puesto que hasta entonces no se celebraba la ‘Natividad del Señor’.

Se dijo entonces que el Sol que vence a las tinieblas es ‘Cristo’, y desde entonces la Navidad se corresponde con la noche del 24 al 25 de diciembre, y debido a que el cristianismo comenzaba a hacerse fuerte en el Imperio Romano hubo que elegir un día concreto para conmemorarlo.

Grýla, en la mitología islandesa, es un monstruo horrible y una giganta que vive en las montañas de Islandia. Se dice que baja de las montañas en Yule en busca de niños traviesos.


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